Hay bastantes personas que tienen
dificultad a la hora de nombrar emociones. A esta dificultad, con
variantes en intensidad, la he denominado analfabetismo emocional. Se
refiere a la dificultad en nombrar emociones sentidas, confundir una
emoción por otra, creer que se carece de ciertas emociones.
El analfabetismo emocional no significa que la persona no sienta
las emociones, sino que no puede nombrarlas; no posee un registro que
unifique lo que siente con la conciencia, y por ende con la expresión
verbal; aparece un escaso darse cuenta de qué es lo que siente. Esto
conlleva también a una pobre expresividad emocional, lo cual incide en
los vínculos.
También pueden llamar a varias emociones, de muy diferente cualidad, con el mismo nombre.
Veamos un ejemplo:
María dice que siente
celos en muchas oportunidades, llevándola al padecimiento y a frecuentes
peleas con su pareja. Cuando siente celos dice que necesita explotar
con gritos y se enoja. Le pido que ofrezca situaciones donde se hacen
presente los celos: "Juan se fué a una cena que lo invitaron unos
amigos. Yo me quedé en casa: a mí nadie me llama para salir. ¡Me muero
de celos! Me parece bien que él vaya a su salida; con eso no tengo
problema". Otro ejemplo de María: "Susana se gastó un montón de dinero
en algo superficial, para nada imprescindible. Y yo vivo haciendo
cuentas para llegar a fín de mes. ¡Estallé de celos! cuando me fui de
regreso a casa, me puse a gritar en la calle hasta el llanto. No es el
dinero en sí mismo lo que me molesta, sino la libertad que tiene para
gastarlo".
Le pido que defina "celos" para ella: "es la emoción que siento cuando otra persona hace algo que yo quiero para mí".
¿A
qué les suena esto? Vemos que María confunde celos con envidia. Le pedí
que buscase en el diccionario ambas palabras y reflexionara sobre el
contenido de las mismas. a través de ejercicios de sensibilización,
comprensión de ambas emociones y sus diferencias, María puedo empezar a
reconocer la presencia de la envidia en su vida. Esta emoción estaba
prohibida para ella, pues sólo la sienten las malas personas.
Cuando María pudo empezar a registrar su envidia, aprender a captar esta
emoción como una oportunidad para apropiarse de sus deseos que el otro
le servía de espejo, sentirla sin juzgarse una mala persona y averiguar
qué pasos podía implementar para alcanzar su objetivo, ella se abrió una
puerta para elegir qué hacer o no hacer en cada situación. Disminuyeron
sus celos, se apropió de su envidia y liberó el vínculo de su pareja de
sus estallidos.
¿Cuánto de esto nos puede pasar a nosotros? ¿Qué emociones podemos estar anulando, confundiendo, anestesiando?
Otro
ejemplo es llamar tristeza a toda conmoción emocional: sea de alegría,
de enojo, alta afectividad. Personas que se emocionan ante una
situación, un abrazo, una mirada ... se conmueven profundamente y el
nombre que le dan es tristeza. No pueden discriminar la variedad
emocional, y en este caso puntual llega a convencerse de que es
"depresivo/a", por la reiterada presencia de la tristeza: es la única
que nombran. Algunos ya conocen una de mis frases: Tú eres lo que tú dices (¡el cerebro se lo cree!).
Éste
tema abre un abanico para profundizar en: cómo ubicamos en el otro las
emociones que no podemos registrar en nosotros, de qué nos estamos
perdiendo al no detectar señales emocionales, cuán anestesiado podemos
tener el "disfrute" o confundido con otro nombre.
Por hoy me parece
suficientemente rico el que podamos revisar nuestro alfabeto emocional. Prestar atención a nuestro cuerpo, pues a lo mejor sentimos una opresión en el pecho ante una situación y no darnos cuenta que sentimos angustia, o desborde de alegría, etc. Permanecer un ratito sintiendo ... ayuda.
Cuanto
más rico es nuestro repertorio emocional mayor grado de vivencia y experiencia vital poseemos,
profundo contacto y calidad en el encuentro. "Coloreamos" nuestra vida y mejoramos nuestras relaciones.
Un cálido saludo,
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
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Muy interesante. Gracias por ayudar en cada uno de sus escritos.
ResponderBorrarJuan
Hola Juan,
BorrarGracias por sus palabras!
Un cordial saludo,
Aída