Ante todo, desdramatizar no es minimizar.
Los seres humanos tenemos la tendencia a dramatizar cuánto nos pasa, nos duele; sentimos y creemos que nuestro padecer es lo más grande, lo cual es plenamente real para cada uno ya que es "mí sufrimiento". Y por supuesto que nuestra triteza, angustia, o cualquiera de las emociones que brota en esas circunstancias, merece nuestro respeto, hemos de darle espacio.
Lo que es importante es no quedar atrapados por ello, lo cual puede paralizarnos, permanecer en el dolor y/o quejarnos reiteradamente de lo que nos pasa. Ya hemos visto cómo la queja no solamente no resuelve, sino que nos impide ver soluciones - si las hay en lo concreto- o tomar una actitud que nos ayude a transitar lo inevitable.
En ambas circustancias, tenga solución o no, el desdramatizar nos alivia ya que nos invita a ver el acontecimiento desde una perspectiva real y concreta, quitándole todos los aditamentos que le ponemos nosotros mismos desde lo mental y emocional: "¿por qué a mí?", "¿cómo no me dí cuenta?", etc.
Una vez atravesado el impacto de la situación que nos causa dolor, darnos un tiempo para respirar profundo y serenarnos, ayuda a calmar la mente que empieza a construir historias "dramáticas" alrededor de la situación; podemos aprender a observar lo que nos acontece e ir creando poco a poco un plan de acción, con nuestras herramientas propias y/o con ayuda de otras personas.
De esta manera ya iniciamos la desdramatización, dándole el tamaño que tiene y no el que nuestra cabeza le otorga. Muchas veces el compartir lo que nos pasa, ayuda profundamente porque, no sólo que el hablarlo con alguien que nos ofrece su amorosa y respetuosa escucha es aliviador, sino que podemos tener esa otra mirada a nuestra situación.
Cuando dramatizamos:
- Perdemos de perspectiva lo que Hay, lo que tenemos aún y con lo que contamos y con quienes contamos.
- Nos instalamos en la queja que nos resta eficacia y visión de posibilidades.
- Generamos un malestar emocional interno que va de la mano de un estado mental negativo (todo lo vemos a través de 'lentes negros').
- Puede convertirse en un hábito negativo, donde paulatinamente dramatizamos hasta lo más pequeño que nos pasa, y la queja se hace presente.
Otra manera que recomiendo para aprender a desdramatizar es utilizar la empatía: ponernos en los zapatos del otro. Abrirnos a mirar cuánto nos rodea, el mundo en que vivimos. No con la intención de minimizar lo propio, reitero, sino de conectar con otras realidades que existen, con otros seres humanos que pueden mostrarnos y enseñarnos salidas, qué hicieron con sus realidades.
Recuerda que ya has atravesado situaciones difíciles y saliste de ellas; posees herramientas internas a las cuales acudir, y muchas más! pues cada vez que lo hiciste, aprendiste nuevas.
La actitud que le pongas a lo que te pasa, ¡marca la diferencia!
Un cálido saludo,
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
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