23 de octubre de 2022

El "cómodo" malestar. Miedo al cambio.

Dra. Aída Bello Canto, Psicología, Gestalt, Emociones, Miedo, Malestar
Muchos de nosotros conocemos a personas que viven quejándose de lo que les pasa, de lo que les toca vivir, de dolencias físicas o emocionales, de "esto" o de lo "otro". Suelen tener un aire apesadumbrado, triste o de instalado enojo. Ante cualquier intento de ayuda externa aparecen comentarios que descalifican la propuesta, o devuelven respuestas que justifican el malestar y su permanencia.

El sentimiento de impotencia por parte del que quiere ayudar puede alcanzar un alto nivel ... hasta que se cansa y entonces apela a conocidas frases:
"Querer es poder"
"Fíjate en tus elecciones; siempre te pasa lo mismo"
"Hay que ponerle voluntad"
"A tí te gusta estar mal"
"Estás mal porque quieres; ¡con lo que tienes para ser feliz!"
(podemos hacer juntos una larga lista)

Mi deseo en este hoy es entender un poquito más a estas personas que en verdad la pasan "mal", no es que montan un teatro para la gente que los rodea y buscan ávidamente la atención y compasión (bueno, algunos sí, eso lo sabemos, pero a estos los dejo de lado pues metería a estos manipuladores de su entorno en la misma bolsa). Son personas, a mi criterio, que se han habituado a vivir en un cómodo malestar.

Pareciera contradictorio, pues ¿cómo puedo estar cómodo si me siento mal? porque es algo conocido, ya sé que me depara el día, qué puedo esperar de la vida y de la gente. ¡No hay sorpresas! Puedo organizar mi vida en base a mi propia visión de la misma y yo no tengo que poner nada pues haga lo que haga, el resultado es el mismo: voy a seguir mal. En definitiva, gano seguridad. 

Soy una convencida de que nadie elije estar mal, sólo que no sabe cómo hacer para estar bien. Incluso ante una situación de elección entre dos situaciones "poco gratas", terminamos eligiendo la menos negativa. Pues bien, ante un cómodo malestar, cualquier situación nueva implica que es desconocida y por ende incierta e insegura ... cuyo final puede ser peor que lo que ya tengo. ¿Para qué arriesgarse?

En el fondo, el miedo es lo que impide que estos seres cambien, se den la oportunidad de transformar su estado. Miedo a lo desconocido, a lo que vendrá, a depositar mi confianza, a exponerme a otros dolores o decepciones ... y encontrarme nuevamente donde estaba pero peor, más herido.

El miedo logra que se vayan adormeciendo otras emociones - y hasta el mismo miedo se adormece-, para cada vez sentir menos negativo, pagando el precio concomitante de ir también embotando las emociones "positivas, por así llamarlas (recordemos que todas las emociones son necesarias y funcionan como señales en nuestra vida). El beneficio es quedarse en un rango de malestar que sí conozco y puedo soportar.

Mi propuesta es que seamos más benévolos con estos seres, que salgamos del juicio de valor e intentemos hacer algo con nuestra impotencia si queremos ayudar a este ser querido o conocido. En primer lugar, respetar que el otro sufre: "la verdad del dolor, es el dolor mismo" (Nietzsche). En segundo lugar, acercarnos desde el corazón, y de esto necesitamos mucho para cambiar nosotros mismos. Hemos de estar abiertos a mostrar nuestra vulnerabilidad, y sabemos que no es fácil ... aunque es inevitable para una transformación positiva. Mostrarnos como somos con el otro, y poquito a poco nuestro estar en el mundo puede vislumbrarle al otro que vale la pena el esfuerzo para cambiar.

A veces, ese "otro" que queremos ayudar, que habita en un cómodo malestar, somos nosotros mismos; una parte nuestra, en un tema específico, reside en este lugar. Ojalá podamos darnos respeto y ausencia de reproche, para ir reconociendo nuestro miedo a cambiar y empezar a buscar las herramientas que nos hacen falta para acceder a lo mucho bueno que nos estamos perdiendo. 

¡Les deseo lo mejor!

Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt

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