Al principio lo ponemos en el afuera, lo que tiene que cambiar es "esto o aquello", "él o ella", hasta que descubrimos que somos nosotros mismos los que hemos de modificar, cambiar, transformarnos.
Hasta que no se registra con claridad el propio malestar, mi permanencia en ese espacio real o psicológico donde la consecuencia emocional es el sufrir, no hay posibilidad de cambio. Sólo entonces, me abro a la comprensión de que tengo que hacer algo distinto de lo que vengo haciendo para lograr algo diferente.
¿Cuánto tienes que sufrir para cambiar? Poseemos un gran diversidad de estrategias para auto-engañarnos, justificarnos y justificar, dejar pasar, adormecernos ante las señales de larga data de sufrimiento.Todo esto hace que se desarrolle nuestra tolerancia.
Al decidir cambiar, muchas veces no sabemos cómo, por supuesto, nos sentimos vulnerables, con miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, y ... solos; profundamente solos. Ni qué decir en los casos donde este sufrimiento ha ido acompañado de silencio, muy frecuente en las situaciones de sometimiento, de dependencia emocional, de violencia física o psicológica, por citar algunos ejemplos.
El siguiente paso tras el primordial del darme cuenta que no deseo convivir conmigo mismo/a con este sufrimiento y preciso cambiar, es el de buscar ayuda (en Gestalt decimos Soportes), pues si solos hubiésemos sabido qué hacer o no hacer para generar un cambio, ya lo habríamos hecho. Nadie permanece en el malestar porque lo desea, sino porque no sabe estar mejor.
Aquella persona que ya ha atravesado el dolor, se ha descubierto y transformado, entonces estará en condiciones de seguir generando cambios, sus cambios, su crecimiento, sin partir del sufrimiento. Continúa su proceso para un mayor bienestar, implementa e integra herramientas para nutrirSe y nutrir sus afectos, sus vínculos y el medio que lo rodea.
El malestar y el sufrimiento sirven de motor generador, un llamado interno emocional para que nos paremos y reflexionemos "¿qué hago con esto?". Y a partir de ahí nos abrimos a nuevas posibilidades, a un cambio.
Toma el sufrimiento como una sirena de alerta, de aviso, y fíjate si necesitas alcanzar tu límite para movilizarte internamente en otra dirección. Eso sí podemos lograr: escuchar nuestro malestar antes de alcanzar nuestro límite, esperar a "tocar fondo", y no estirar desmedidamente nuestro nivel de tolerancia al sufrimiento.
Aunque lo olvidemos, la Vida es finita, no somos inmortales.
Como siempre, ¡espero que te sea útil!
Dra. Aida Bello Canto
Psicología y Gestalt
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