Si nos abrimos para descubrir nuestra versión interna, nos damos la oportunidad de revisarla, actualizarla y ampliarla. Muchas veces podemos encontrar que esta versión está en alguna parte empobrecida y limitada.
¿Cómo podemos acercarnos a su encuentro? pues una manera es imaginándonos que es una historia, mi propia historia, y le pongo un título. Después, desarrollo una síntesis de la misma. De esta forma, estamos dando un paso para acceder a nuestras representaciones del mundo, nuestra versión del mismo; y fundamental ¡encontramos la versión que tenemos de nosotros mismos!
Si nos animamos a realizarlo, tomándolo como si fuese un juego de aventura, mi propia aventura, los invito a que presten atención - una vez ya escrito "como nos salga espontáneamente"- al verbo SER, en cualquiera de sus tiempos de conjugación. Por ejemplo: "Yo era una niña triste y solitaria", "Soy una estúpida por confiar en la gente". Los ejemplos pueden ser tantos como personas únicas que somos, mas todos encontraremos con alta frecuencia este verbo SER, en tiempo pasado o presente, haciendo referencia a nosotros mismos y para definir a los otros.
Una vez detectados todos los que aparecen en mi versión interna del mundo (es eficaz que los subrayemos con otro color), ahora demos un paso más y es cambiar ese verbo SER por el ESTAR. Vamos a los ejemplos anteriores: "De niña, yo estaba triste y a veces estaba sola", "Yo estoy actuando estúpidamente cuando confío en alguna gente". ¿Pueden registrar la diferencia? Con el verbo Ser, nos definimos a nosotros mismos (y de igual manera le ponemos el cartel a los demás), en cambio con el verbo Estar, tomo en consideración la situación y el contexto en el cual estoy y nombro una transitoriedad, algo transitorio, mas no mi esencia.
Para los que no deseen hacer este juego, al menos en este ahora, sería muy enriquecedor que se queden con la importancia de lo que decimos y nos decimos internamente, siendo cuidadosos en no colgarnos carteles (los cuales suelen ser frecuentemente negativos, de reproche, enjuiciadores) y nos miremos en el contexto, con lo cual "estoy" en ese momento y en esa circunstancia. Nos dejamos la puerta abierta al cambio, crecimiento y transformación; nos tornamos más benévolos con nosotros mismos y con los demás.
Simplificando la esencia del presente escrito, es estar más atentos al uso de nuestro lenguaje que manifiesta la manera en cómo nos hablamos adentro, procurando utilizar palabras que no cataloguen, que no cuelgen carteles definitorios, ni con los otros ni con nosotros mismos. Que la actitud de cuidado y respeto primen.
Si nos animamos a realizarlo, tomándolo como si fuese un juego de aventura, mi propia aventura, los invito a que presten atención - una vez ya escrito "como nos salga espontáneamente"- al verbo SER, en cualquiera de sus tiempos de conjugación. Por ejemplo: "Yo era una niña triste y solitaria", "Soy una estúpida por confiar en la gente". Los ejemplos pueden ser tantos como personas únicas que somos, mas todos encontraremos con alta frecuencia este verbo SER, en tiempo pasado o presente, haciendo referencia a nosotros mismos y para definir a los otros.
Una vez detectados todos los que aparecen en mi versión interna del mundo (es eficaz que los subrayemos con otro color), ahora demos un paso más y es cambiar ese verbo SER por el ESTAR. Vamos a los ejemplos anteriores: "De niña, yo estaba triste y a veces estaba sola", "Yo estoy actuando estúpidamente cuando confío en alguna gente". ¿Pueden registrar la diferencia? Con el verbo Ser, nos definimos a nosotros mismos (y de igual manera le ponemos el cartel a los demás), en cambio con el verbo Estar, tomo en consideración la situación y el contexto en el cual estoy y nombro una transitoriedad, algo transitorio, mas no mi esencia.
Para los que no deseen hacer este juego, al menos en este ahora, sería muy enriquecedor que se queden con la importancia de lo que decimos y nos decimos internamente, siendo cuidadosos en no colgarnos carteles (los cuales suelen ser frecuentemente negativos, de reproche, enjuiciadores) y nos miremos en el contexto, con lo cual "estoy" en ese momento y en esa circunstancia. Nos dejamos la puerta abierta al cambio, crecimiento y transformación; nos tornamos más benévolos con nosotros mismos y con los demás.
Simplificando la esencia del presente escrito, es estar más atentos al uso de nuestro lenguaje que manifiesta la manera en cómo nos hablamos adentro, procurando utilizar palabras que no cataloguen, que no cuelgen carteles definitorios, ni con los otros ni con nosotros mismos. Que la actitud de cuidado y respeto primen.
¡Descubre la nueva versión de tí mismo!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
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